martes, 3 de enero de 2012

El año que vamos a vivir peligrosamente

2012 se presenta como un año que, a buen seguro, vamos a recordar. Todos, los más jóvenes porque será para ellos una referencia en la bruma de su pasado (como para mi lo fue la crisis del 73, donde se gestó el desajuste estructural español entre oferta y demanda de empleo); los mayores (me refiero a nuestros mayores) porque, los que puedan hacerlo en este año, serán los últimos que disfruten de los despojos del estado del bienestar; los adultos jóvenes (veinte y treinta y tantos) porque en este año caerán en que la juventud no lo es todo y que el mundo no necesariamente gira a su alrededor, a pesar de que debieran ser el futuro; y nosotros (no voy a decir nuestra edad) que hemos estudiado mucho, currado muchísimo y vamos a pagar mayoritariamente el Gran Ajuste.

El año ha empezado con la mayor subida de impuestos de nuestra historia reciente. Y la medida no la ha tomado un gobierno de izquierda, como tampoco aumentó la edad de jubilación en 2010 un gobierno de derecha. Simplemente 2012 será el año en el que todo acabe y todo comience. Habrá un antes y un después. El próximo jueves se anuncia un nuevo paquete de medidas reformistas. Con franqueza, espero que al hachazo impostivo se sume un hachazo, como nunca se haya visto antes, en los gastos superfluos de las administraciones públicas (y digo los gastos superfluos: duplicidades, comisiones parlamentarias, coches oficiales, dietas, asesores, etc.). 2012 será recordado por llevarse a cabo la mayor reforma del Estado de nuestra historia o por no hacerlo y perderse así una nueva oportunidad para el regeneracionismo.

La verdad, fe tengo muy poca en que esto suceda, pero el recurso a la melancolía tampoco es una solución. Mesdames et messieurs, venzamos a los hados del infierno y los malos augurios, levantémonos y construyamos nuestro futuro y el de nuestros hijos a base de trabajo, honestidad, estima, exigencia, recompensa, ... y cuando veamos hacia atrás, 2012 será sólo un recuerdo de hasta dónde se llegó y de dónde partimos.





1 comentario:

Edgardo Cora dijo...

Excelente, Fernando.

Y que ocurra esa reforma... o todo será más de lo mismo.

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