viernes, 25 de noviembre de 2011

¡Hasta las narices!

Me he desayunado hoy con una noticia que me ha soliviantado. Decía el titular "Blanco abandona la primera línea política". He de reconocer que prácticamente todo lo que hace o dice este señor me enerva. Me enerva que alguien cuyo único mérito ha residido en ser un buen lacayo o señor de su amo haya llegado adonde está como pago a los "pequeños" favores que, sin duda, ha realizado a lo largo de toda su vida como fontanero del partido. Me enerva que alguien que ha sido incapaz de acabar una carrera, a pesar de tener la oportunidad de hacerlo, pontifique sobre tantas cosas sin el menor asomo de vergüenza ajena con ese tono engolado propio del que no ha asumido todavía su cambio de estatus social y pretende venderlo cada vez que habla. Thank God, Pepiño, it is time for you to eat humble pie!

Pero, en fin, no quiero hablar tanto sobre el Sr. Blanco como de lo que representa. Con el titular que mencionaba se comenta más adelante en el artículo que el Sr. Blanco deja todos sus cargos internos e institucionales. Lo primero que habría que decir es que, más que dejarlos, creo yo que le han echado a patadas sus militantes y sus votantes. Ahora bien, lo que ya me parece un auténtico fraude es decir que abandona la primera línea de la política pero conserva el escaño. Sin querer entrar en los verdaderos motivos que pueden estar detrás de esta decisión (caso Dorribo y su aforamiento), ¡hasta qué punto se ha pervertido la política que resulta que seguir siendo diputado es estar en un segundo plano!

Y yo me pregunto, ¿hay algo más importante en política que legislar, controlar al gobierno y representar los intereses de los ciudadanos?. Pues parece que sí, es más importante estar en la pomada partidaria, en el mamoneo de favores y comisiones, en el te doy esto pero me das aquello o en el si me apoyas te garantizo que ... ¿es esto lo que llaman los pretenciosos y horteras la POLÍTICA CON MAYÚSCULAS?. No, Pepiño, no dejas la primera línea de la política, pero como no crees que ser diputado sea estar en primera línea, ¡DIMITE!

Vale.

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