Tengo un amigo que, harto ya, un buen día decidió abrir un blog dedicado a Trámites Inútiles para reflejar la idiocia burocrática que consume a este país desde sus entrañas. Yo mismo, hace unos días me he visto envuelto en lo que tiene toda la pinta de convertirse en un Trámite Inútil, aunque en este caso no tanto por la inutilidad del trámite en sí mismo, sino porque me temo que habré perdido el tiempo inútilmente. Y me explico.
Mi hija pasó quince días en La Manga en un campamento de verano. Después de unos días allí, no sabemos la causa, se agarró una importante erupción en la piel, probablemente por algo que comió. Tuvieron que llevarla a urgencias, donde el médico le recetó cortisona y otros medicamentos, naturalmente con nombres y apellidos (no vaya a ser que los genéricos no funcionen). Naturalmente, mi hija fue a la farmacia más cercana y compró los medicamentos pagando su precio íntegro. Al volver a Madrid trajo consigo el informe del médico, la prescripción y el ticket de compra.
Como todo el mundo sabe, hay un procedimiento por el cual se puede recuperar lo pagado en farmacia si la receta ha sido expedida por las urgencias del servicio de salud correspondiente. Bueno, creo que es mucho decir que todo el mundo lo sabe, pero el caso es que es así. De hecho yo no lo sabía hasta que un día, haciendo cola en el médico, me dió por leer algunos papeles que colgaban desordenadamente de un tablón de anuncios del centro de salud al que estoy adscrito.
En fin, cogí el informe médico, la prescripción y el ticket de compra y me dirigí al centro de salud para hacer la reclamación del importe. Por supuesto, no era tan fácil. Me dieron un impreso para que hiciera la reclamación. Claro, como no existen los ordenadores y no tienen mis datos ni los de mis hijos, pues ¡hala! a rellenar los datos de siempre y hacer la exposición de motivos correspondiente.
Al día siguiente volví al centro de salud, ya con todos los papeles (no os lo perdáis, pero no contentos con pedirme los datos de siempre y el número de cuenta para realizar la transferencia, me pedían un certificado del banco que demostrase que dicha cuenta era mía). Al llegar mi turno, la persona que me atendió me dice con cara compungida "el ticket de compra no le va a valer, tiene que traer una factura. Es que si no va a perder el caso". Me quedé con cara casi de idiota pero me sobrepuse inmediatamente y le dije: "señorita, me parece que yo no tengo que ganar ningún caso; esto no es una pelea, ni siquiera es algo potestativo del servicio de salud realizar la devolución o no; simplemente estoy ejerciendo un derecho a obtener la devolución de un gasto en medicamentos". Pero así las cosas, decidí llevar, además, la famosa factura que, por supuesto, tuve que pedir a la farmacia de Murcia, con no poca inistencia por mi parte para que me la enviaran por correo electrónico.
Finalmente logré hacerme con toda la documentación y me presenté en el centro de salud para hacer la correspondiente reclamación. SORPRESA!!!! "todo está bien, ahora ya sólo le queda esperar .... entre 10 y 14 meses, eso si deciden hacerle la devolución".
Y digo yo, qué voy a decir. Pondré mi mejor cara de idiota y ya.
Nuestra sociedad ha cambiado. En muchos casos para bien. En otros, no precisamente a mejor. Todo parece indicar que una parte muy numerosa de la población ha optado por la indolencia, especialmente la intelectual. Aquí encontrarás un poco de todo, desde opiniones sobre cuestiones de actualidad, recomendaciones literarias, musicales, artículos sobre problemas empresariales, fotografía, viajes, etc.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Contenidos
- Artículos (7)
- Crítica (24)
- Fotografía (1)
- Fotos (6)
- Presentaciones (4)
- Viajes (1)
- Videos (4)
No hay comentarios:
Publicar un comentario